“Cuando llegan, lo primero que hacemos es preparar todo el material. Se ponen los neoprenos, cogemos las tablas y nos vamos juntos a la playa.
Antes de meternos al agua, siempre damos una pequeña clase teórica: cómo colocarse, cómo leer el mar, qué hacer si una ola se les escapa… esas cosas básicas que les dan seguridad.
Luego calentamos en la arena, practicamos los movimientos y, cuando están listos, al agua a disfrutar.
Hay días en los que el mar está más tranquilo, y entonces toca surfskate. Les encanta porque simula los mismos giros y movimientos del surf pero en tierra. Les ayuda muchísimo a mejorar la técnica y la confianza.
Al final no importa tanto si han surfeado o hecho skate. Lo que cuenta es que se van contentos y un poco más seguros de sí mismos.”
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